Durante la década de los ochenta y los noventa, sus vinos se fueron posicionando de una forma prestigiosa en el mercado local, con un proyecto muy personalizado y cultivando principalmente variedades nobles francesas. Por diversas circunstancias, en el año 2002 Santa Catarina tuvo que cesar su actividad elaboradora, arrendando a terceros todos sus viñedos y su pequeña bodega.
Tras años sin elaborar vinos propios, los hijos de Stellan Lundqvist toman en 2014, la decisión de recuperar el proyecto que había logrado consolidar su padre cuando ellos eran aún pequeños, decidiendo retomar la dirección y la gestión de la bodega.
Para ello, se asumió la difícil decisión de arrancar y replantar la totalidad de los viñedos de Son Aloy, en Sencelles, debido al mal estado y al deterioro en que se encontraban las cepas, así como a su escaso nivel de producción.